En un viaje periodístico por la Argentina menos publicitada, que convertido en libro se tituló ‘Interior’, el escritor Martín Caparrós dijo en una de sus páginas que mientras que a las ciudades se entraba a los pueblos se llegaba. Allá y acá, nada más cierto. Porque aunque tenga esa entrada propiamente dicha a través de la sombra de los árboles que crecen a lado y lado del camino principal, a Toro se llega mucho antes, quizás medio kilómetro atrás, cuando unos puestos de fruta a la orilla de la Vía Panorama brotan exhibiendo racimos de uvas que parecen ciruelas y dulces fantásticos que dan aviso de nuevas fronteras del sabor: arequipe de fresa, limón y mango, cortado de maracuyá, y trabuco, aquel dulce misterio amarillo, que frío y recién licuado sirven en vasitos desechables
Saliendo desde Cali, los carteles de trabuco frío y más frío, son una señal de tránsito aún más efectiva que las convencionales para notificar que el pueblo está cerca porque el trabuco original, juran en la Vía Panorama, lo hacen en Toro. En el puesto Los Kioskos, donde María Isabel Ramírez vende el vaso a mil quinientos, la doña cuenta que el secreto de la bebida también está en que su fórmula se siga manteniendo en la clandestinidad que preserva de las franquicias, algunos sabores inventados por la recursividad de nuestros ancestros. Si usted ha probado un pudín de vainilla antes de que se condense en la nevera, permita que su imaginación le dé sorbos a ese sabor, pero ahora helado y no tan espeso, con un tufo de ron resbalando muy al fondo. Jorge Orozco, acostumbrado a congelar el mundo en un segundo, dijo que del trabuco, lo único malo era que se acabara muy rápido. Aunque paradójicamente solo pueda mostrarse con palabras, una de las mejores fotos de todas fue la de la hospitalidad de los toresanos, que a partir de ese momento quedó representada en Katherine Cardona, una muchacha que hace 23 años nació en el municipio y que ahora, todas las mañanas, le ayuda a doña María a vender frutas en el puesto de la carretera. Katherine, que hace tiempo y al igual que tantos, quiso buscar otra vida bien lejos, al otro lado del mar, dice que ahora la lleva bien ahí, tranquila, solventando las urgencias de la cotidianidad con ese trabajo y con otro que tiene sirviendo la barra del bar Baracoa, a un costado de la plaza principal, donde de jueves a domingo suena una salsa tan brava como para poner a bailar al despecho. La música saliendo de esos parlantes, quizás, o alguna motocicleta acelerada por el afán de un muchacho con urgencia de besar a la novia antes de misa, será por momentos casi estruendo en un pueblo de 17.000 habitantes que libre de centros comerciales y congestiones, y detenido bajo el calor del mediodía, un día entre semana podrá verse como una maqueta de la tranquilidad, construida sobre calles largas por donde todo fluye de la manera más simple: “Si hace calor, aquí la gente se va para piscina o al río”, dijo Katherine, que nos sirvió de guía toda la tarde. Uno de sus lugares favoritos estaba pasando el túnel de los árboles gigantes. Es la finca Bella Vista, donde por dos mil quinientos pesos Yaneth Mejía le abre la puerta a todo acalorado que, entre las doce del día y las ocho de la noche, se quiera dar un chapuzón en la piscina. La señora Yaneth lleva seis años en el pueblo. Antes vivía en Cali, por la Pasoancho, recuerda, donde su hijo Juan Manuel, entonces un niño de brazos, aprendió entre sus primeras palabras el ulular de las ambulancias que pasaban de arriba abajo por la Avenida. Ahora en cambio, dice, su chico se olvidó de imitar ese sonido trágico y todas las tardes después del colegio va por ahí, en bicicleta, ruidosamente feliz, pedaleando en silencio. En Toro, de un momento a otro y apenas unas cuadras adelante, un viñedo puede aparecer en medio del concreto, como sucede con Villa Selena, el uval que hace tres cosechas administra y cuida Francisco Javier Martínez en una casa esquinera donde la prosperidad de la tierra se sale por el enrejado. “Aquí no es como en la ciudad donde los lotes vacíos los vuelven parqueadero, no, aquí los siembran...”, dice Francisco, abriendo la puerta y mirando su cielo particular, que bajo el ramal del cultivo es verde de todos los verdes, y azul cuando el azul alcanza a verse en medio de hojas, y púrpura, del púrpura dulce y con una semilla que se mastica. En Toro, de un momento a otro, también pueden aparecer pequeñas cosechas de café secándose en la mitad de una calle y al cuidado de hombres pacientes que cada rato le dan vuelta al grano. Y los días de colegio, sobre todo los más soleados, las limonadas escarchadas que a $500 y sin falta, vende Jorge Armando Solís en un carrito ambulante que va quitándole la sed a los estudiantes del colegio Nuestra Señora de la Consolación. El colegio queda a un costado del parque, plaza pequeñita, de muros rojos y bancas de cemento donde los muchachos se juran promesas de amor por las tardes, y los domingos, la familia entera va a comer helado y a llevar los niños al brinca-brinca instalado bajo la sobra de unos árboles de ramas cansadas. Y por ahí, entre el pueblo, una diminuta coincidencia que pronto será paradoja: una pequeña Plaza de Toros que el alcalde Julián Bedoya, que es médico, promete convertir en un centro cultural y deportivo donde la arena que sirvió como escenario de sacrificio, dé lugar a una cancha de voleibol. La belleza de Toro está en el poder de lo simple, como su mismo nombre que se basta con la potencia de cachos libres que tienen esas dos sílabas. Bajo el bautizo español llegó a llamarse Nuestra Señora de la Consolación del Toro. ¡Joder! Y por ahí, a las afueras, es decir a cinco minutos, el salto de Lázaro, charco donde aprendieron a nadar generaciones completas. Niños como Wilder Vélez, que a los14 años sigue yendo a sus aguas heladas, que no solo son su patio de recreo sino el sitio desde donde empieza a dar brazadas en el mundo: por las tardes le enseña a nadar a Camilo Pérez Rivera, que además de vecino es su amigo. Y por ahí, en Toro, montañas que se convierten en pistas de Down Hill para ciclistas extremos, y otras, menos accidentadas, de camino al cielo. Así como la Loma de la Cruz, que sobre el barrio Palermo se levanta con un imponente crucifijo de cemento blanco que le santifica la cima. La señora María Marlene Castañeda, que hace diez años vive en las faldas del ascenso, cuenta que por allí no solo se ven deportistas sino creyentes que suben pesando más en cumplir promesas que en perder calorías. Y enamorados: “Trátame como a un ángel y yo me encargo de que toques el cielo”, se lee a los pies del crucifijo, en un grafitti de letra irregular y exaltada. Desde ahí, la majestuosidad de todo el Valle en una foto. Fue una de las pocas veces que Jorge Orozco bajó la cámara, miró al infinito y, casi, se quedó sin aliento.
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La tierra es tan buena que sin abono de allí también brotó aquel genio que bautizaron Benigno, pero que todos conocimos como ‘El Mono Núñez’, al dejarnos como legado el festival musical que lleva ese, el que fue y siempre será su nombre. A los 78 años, la señora Melba, una de sus cuatro hijas con vida, cuenta esa historia desde el mismo lugar donde creció el hombre y la familia, la Hacienda Belén: “Con 6 años mi papá ya tocaba guitarra sin que nadie le enseñara. Nunca aprendió a leer una nota… Si usted iba a cantar él le decía: tararee pues, y ahí le cogía el ritmo…”. Bendiciones de la tierra, no cabe duda.
La Hacienda Belén es una construcción del otro siglo que mantiene vivo en este tiempo el tiempo que ya se fue: el tiempo en que los caminos más largos se recorrían a caballo y a un costado de las casas se construían escalones de piedra y cemento para que las señoritas pudieran apaearse de las bestias sin temor a que en el movimiento se les viera hasta el apellido. En Belén, esos escalones, pintados de un amarillo palidecido por el agua y el sol, se ven desde la puerta principal, apenas separados por una reja de madera del pasillo largo donde ‘El Mono’ se sentaba a tomar el fresco todos los días después de ir al campo. “Desde que se casó con mi mamá se vino a vivir aquí con ella. Y sus días eran los días de un hombre que ayudaba y estaba pendiente de lo que se necesitara en la finca. Pero en esencia era un músico y todas las noches tocaba la guitarra o la bandola. Y cuando él tocaba se transportaba… Como cuando se murió Miguel Salazar, un amigo que tenía en Buga, y yo le decía, ¡Ay, papá!, usted va a hacer llorar a esa guitarra…”, recuerda la señora Melba, mientras arregla unas violetas que florecen cerca de la portón. Desde allí, el panorama de ‘El Mono’ era el panorama de todo Ginebra: las montañas al fondo y en el medio un océano verde que dependiendo de la época y de lo que estuviera sembrado podía contener todos los verdes de este mundo. Y del océano. Desde allí miraba un árbol gigante del que hoy se descuelga un columpio; y un árbol de mango y ramas larguísimas que cortan en jirones el cielo. Del otro lado de ese corredor, dándole toda la vuelta a la casa, un pasillo donde el mejor adorno es el viento soplando melodías salidas del otro lado de las montañas, que llegan para enredarse entre un jardín de anturios y tapiceros. La Hacienda Belén queda después de unos veinte minutos de destapada desde la plaza principal del pueblo y en la vía que conduce al ingenio cañero Pichichí. En el camino, a lado y lado de la carretera, van pasando por la ventana potreros y pastales que lentamente son rumiados por vacas mansas que asoman sus carotas por los alambrados Así como en las haciendas San José y Santa Lucía. Uno de los atractivos que en los últimos años también ha brotado de las tierras de Ginebra son las fincas que conservando ese otro tiempo, se alquilan como alojamiento para fines de semana o temporadas especiales como la de este puente, cuando se celebra la versión número 42 del Festival de Música Andina Colombiana ‘Mono Núñez, y el pueblo, es una fiesta de esquina a esquina. Durante las primeras versiones, por ejemplo, en la Hacienda Belén siempre se alojó el jurado de los festivales. Hasta finales del año pasado, cuenta la señora Melba, ella vivió allí, en esa suerte de museo que es la casa donde se conservan intactas la mayoría de pertenencias de ‘El Mono’. Allí hay, desde la vasenilla y el jarrón que en 1924 le dieron como regalo de bodas, hasta un anaquel con el reloj, las chaquetas y los zapatos que usó hasta que en 1991 lo alcanzó la muerte, a seis días de cumplir los 95 años. Murió de viejo, dice su hija. Como mueren los hombres buenos. Buenos como ese, al que llamaron Benigno y estuvo llamado a ser bueno desde la pila de bautizo. “Me fui hace seis meses porque mi esposo ya no está y mis hijos ya hicieron sus vidas. Del 87 al 96 aquí tuvimos restaurante y los fines de semana podían venir 100 personas a comer sancocho, pero a mí se me cansó la cédula… Además, tampoco es que yo fuera una experta en sancocho…”, cuenta la señora Melba en medio de una risotada tan afinada y vital que parece música. La que sí es experta, dice ella, es Esperanza, una de las hermanas Bran y quizás la más adelantada de ese linaje de cocineras, famoso en el pueblo por su sazón. En la vía hacia el corregimiento de Costa Rica, donde la delicia son los charcos que después de Puente Rojo ha ido abriendo la corriente del río Guabas, está su restaurante en medio de otros, en medio de muchos, que llevan años y años preservando la tradición del bendito caldo que a los vallecaucanos nos da vueltas en algún lugar de la genética. En la vuelta que lleva a la verada El Jordán y bajo un letrero con ese mismo nombre, está la casa que ella fue construyendo ladrillo a ladrillo y sancocho a sancocho. Los primeros clientes, recuerda, tenían que llevar plato y cubiertos porque su vajilla era tan pobre que no le alcanzaba. Ahora la que a veces no alcanza es ella, con una clientela que la busca de domingo a domingo y casi todos los días de sol a sol. Contrario a los chefs más encopetados, que guardan sus recetas como secretos de Estado, Esperanza dice que el único secreto de su sancocho es cocinarlo con hojas de cimarrón y meter entre la leña ramas de guayabo y un ‘marido’: un tronco robusto cuya única gracia es irse consumiendo lentamente. En su restaurante, Esperanza sirve el sancocho con hojaldras, tostadas de plátano, ensalada fresca, aguadepanela aromatizada con limón mandarino y si usted lo prefiere, junto al arroz blanco, unas cucharadas de pegado que lo llevarán por lo caminos más crocantes del cielo. De ahí, el pueblo a diez minutos en bicicleta. Y mucha gente anda en bicicleta, no solo porque es un pueblo plano que puede recorrerse a pedal limpio, sino porque las bicicletas todavía se pueden dejar estacionadas un rato afuera de las casas sin miedo a que se las lleven. Así lo hace Kevin Guerrero, el muchacho que trabaja como aseador de la iglesia, cada que antes de terminar turno el padrecito lo manda a subir a la cúpula para sacar las palomas que se quedan atascadas en la torre. “Cuando yo bajo, la bicicleta siempre está ahí…”. Y a media cuadra de la iglesia, los billares Danubio. Porque Ginebra es un pueblo tan pequeño que se reza y se peca en la misma cuadra. Aunque pecar sea un decir, en todo caso, porque el billar nunca ha sido sitio de trifulcas, cuenta su administradora, María Fernanda Ávila, que dice que la mayoría de clientes son “viejitos” que van a escuchar tangos y a pasar el tiempo entre las carambolas que suceden y las que nunca llegan. Podría haber una explicación más compleja para todo el pueblo, pero la más efectiva sale de uno de los clientes más antiguos del billar, don José Octavio Molina, que a los 66 años sigue pasando casi a diario por ahí para jugarse un chico y tomarse una gaseosa fría. No toma lícor. No necesita embellecedores, jura: “Aquí todo es sencillo, aquí la vida es la verraquera…” El periódico americano en línea, The Huffington Post publicó un artículo en el que explica las 21 razones por las que Colombia es considerado el país más feliz del mundo El diario señala que “a finales de 2012, Colombia fue seleccionado como el país más feliz del mundo. Pero ¿por qué son exactamente loscolombianos tan felices”. Para responder a esta pregunta, enumera no solamente las 21 causas sino que además muestra hermosísimas fotos y videos tanto de los pasajes como de la diversidad cultural y gastronómica del país La primera de las razones que se señala en el artículo es labiodiversidad, considerando al país “el segundo con mayor diversidad del mundo después de Brasil” además de ser señalado como el de mayor diversidad por kilómetro cuadrado Como segunda razón, el diario añade que el país es “la puerta de las Américas”. Hace referencia al “único acceso al mar Caribe y al Océano Pacífico” y señala también que además de sus reconocidas playas,Colombia ofrece la oportunidad de “explorar la selva amazónica y escalar las montañas de la Sierra Nevada” En tercer lugar se destaca la belleza de las mujeres y agrega: “No es un secreto que uno de los tesoros mejor conocidos son sus mujeres hermosas”. Destaca a Sofía Vergara, Shakira y Danna García En cuarto lugar se resaltan las esmeraldas, de quinto está la variedad del clima, de sexto el Eje Cafetero con su inigualable café, de séptimo alaba la belleza de Caño Cristales, de octavo habla del “buen español”, y de noveno resalta a Medellín como la capital de la moda Para el décimo lugar considera la cantidad de días festivos como una forma para los colombianos de “valorar el descanso”. En la razón número 11, ubica a la red de ciclo-rutas en Bogotá y la costumbre de salir todos los domingos a ciclovía con amigos y familiares. En el lugar 12 cita “barriga llena, corazón contento”, haciendo alusión a la gran variedad de comida y las grandes porciones que come la gente De lugar número 13 resalta a la salsa caleña; en el 14, al nobel de literatura Gabriel García Márquez; de 15, a la historia Muisca y su arte precolombino; de 16, a la pasión por el fútbol en cabeza del ‘Tigre’ Radamel Falcao García; y de 17, a las estrellas de reconocimiento internacional como Shakira, Juanes, Carlos Vives y Sofía Vergara Finalmente, ubica en el número 18 a las esculturas de Botero, en el 19 hace homenaje a la “democracia más vieja de Latinoamérica” a pesar de su violencia interna, en el 20 rememora los diferentes festivalescomo el de las Flores, y en el 21 destaca el nuevo rol a nivel mundial que empieza a cumplir el país con su crecimiento económico En la publicación hay una galería de fotos con los platos típicos como elajiaco, la bandeja paisa y las empanadas. También se pueden observar videos de sitios emblemáticos como Villa de Leyva. Entre los meses de enero y marzo Colombia recibió 104.449 turistas llegados de los países del bloque de la Alianza del Pacífico, es decir, procedentes de Chile, México y Perú, que han mostrado un crecimiento del 8,4% en un año.
Y, además, el turismo emisivo hacia esos destinos también se ha incrementado. En el primer trimestre de 2016 México ha sido el país del bloque que más viajeros envió a Colombia; fueron 36.705, seguido de los llegados de Perú, 35.697 y, en tercer lugar, los de Chile, con 32.077. Los referidos datos han sido publicados por Anato, la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes. Su presidenta, Paula Cortés, ha destacado que ‘hemos visto el crecimiento de viajeros provenientes de esos países, así como también el incremento de los colombianos que los eligen como destino; el emisivo hacía la Alianza del Pacífico creció 5% en ese período’. Mientras, desde Migraciones se ha registrado 77.481 salidas hacia México, 33.466 a Perú y 31.275 a Chile. Puente Festivo de Corpus Christi: 19 rutas seguras para viajar por el territorio colombiano5/28/2016 –Los turistas colombianos pueden recorrer 19 rutas seguras en el territorio nacional en este puente festivo de Corpus Christi, informó el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
“En este puente festivo, los colombianos están viajando seguros por las carreteras del país”, resaltó en su cuenta en Twitter el presidente Juan Manuel Santos. En estas vías los viajeros encuentran acompañamiento de las Fuerzas Militares, la Policía de Carreteras, el Instituto Nacional de Vías (Invías), y el Instituto Nacional de Concesiones, a través de distintos operativos, controles y servicios. Dichas autoridades brindarán todas las garantías para un fácil desplazamiento de los viajeros por las carreteras nacionales y el disfrute de los destinos turísticos seleccionados. Durante estos recorridos, los paseantes podrán disfrutar de una variada oferta cultural y gastronómica típica de la región, así como del turismo de sol y playa, naturaleza y otras actividades que generen descanso y recreación. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo destacó que Colombia cuenta con una variedad de destinos para elegir y hacer un turismo diferente y sostenible, además de una hotelería creciente. Los viajeros deben tomar las medidas de seguridad correspondientes como revisar los documentos de identificación, el equipaje básico y acudir a los prestadores legalmente constituidos e inscritos en el Registro Nacional de Turismo. De igual modo, podrán consultar el estado de las vías las 24 horas del día en el #767, desde sus celulares y a través de Twitter en @numeral767. LA POLICIA Con el objetivo de garantizar el normal desarrollo del plan éxodo y retorno en el transcurso de este puente festivo, la Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía Nacional, implementará diferentes medidas de movilidad y prevención vial con el propósito de garantizar a los viajeros un desplazamiento seguro durante el puente festivo de “Corpus Christi”·. Asimismo, la Policía Nacional hace un llamado a los conductores de la red vial nacional, para planear su viaje y realizar la revisión técnico-mecánica de sus vehículos, teniendo en cuenta que esta es la mejor inversión que se puede hacer para la seguridad personal y de la familia. En lo corrido del año se ha logrado una disminución del 29,3% de la mortalidad en accidentes de tránsito por fallas mecánicas, principalmente por el trabajo preventivo y de control que ha ejercido la Policía en el territorio nacional; de hecho, en el año se han tenido que inmovilizar 113.387 vehículos que no cumplían con las condiciones mecánicas para su circulación. Este trabajo de prevención desplegado en el país, ha permitido reducir la cifra de accidentalidad en 15,7% y lesionados en un 23,2% sin embargo, se han podido determinar a través de los vehículos de revisión técnico-mecánica con que cuenta la Policía Nacional, que hay transportadores de servicio público que hacen reparaciones indebidas en las estructuras mecánicas con el fin de reducir gastos en el mantenimiento, lo que atenta contra la seguridad de los usuarios y pasajeros. Las reparaciones indebidas más frecuentes en las que incurren los transportadores son: llantas regrabadas, terminales de la dirección reconstruidas con soldadura, suspenden el sistema de amortiguadores y los remplazan por muelles, caña y brazos de la dirección corregidos con soldadura. Entre tanto, este puente festivo se estima que a nivel nacional se desplacen por los principales corredores viales del país, más de 2.768.961 automotores (paso peaje). En el caso de Bogotá, saldrán de la ciudad aproximadamente 300.415 vehículos, mientras que ingresarán cerca de 219.544; lo que quiere decir, que entre el viernes 27 y el lunes 30 de mayo se calcula que habrá un flujo de 519.960 automotores. Restricciones Teniendo en cuenta la dinámica vehicular que ha caracterizado la festividad del puente festivo de “Corpus Christi”, la Policía se permite informar al gremio transportador de carga, usuarios y comunidad en general, las fechas, horas y corredores viales en los que se aplicará la restricción a vehículos de carga con capacidad de 3.4 toneladas o más. En este sentido, el Ministerio de Transporte y la Dirección de Tránsito y Transporte determinaron lo siguiente: Uniformados estarán dispuestos a atender cualquier requerimiento relacionado con el tránsito, para ello están habilitada la línea gratuita #767 y la cuenta @transitopolicia de la red social Twitter, canales en los que se podrá denunciar cualquier irregularidad y obtener información sobre el estado de las vías |